VIII



          Me sacan directo al avión. Llega un taxi blanco, todo blanco; así no me angustio más. Me lleva al aeropuerto, donde espera un avión blanco, por dentro y por fuera. Voy a un país blanco. Allí están mis amores, que son blancos; así que no me importa si me engañaron, si lo que hicieron fue darme una vuelta mientras pintaban este mismo país de blanco. Sólo por complacerme. Es bonito que alguien te quiera tanto para teñir la calle de paz y que no te angustie la cantidad de soledades, los movimientos, los colores y sus sonidos. Y que ponga dientes, ojos y cabello blancos a los que van en el metro. Y que nadie hable, si no va a decir luz, sol, lápiz, abrazo o poema, que son sinónimos.

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