pena y vanidad

 Tres meses o uno para sentir pena y vanidad. Vanidad y pena. Posarte a la entrada de la farmacia y mirarte en otra mujer que, como tú, unos días antes, hacía cola para comprar snack, chocolates, un helado y luego mirar una película, porque es fin de semana ¡Cómo es posible que una farmacia sirva para sonreír! ¡Cómo es posible! Debería haber una fila aparte, una seria, con truenos; una lúgubre, una con récipe para un milagro.   

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