I



          Mi mamá decía que las espinas se van al corazón; las agujas, todo lo punzante. Hay que sacar a tiempo esas cosas. Yo tengo una en el dedo; la aprieto hacia mi norte y desliza en contra. No sé qué tiempo toma la espina entre las manos y el sentimiento. No sé cuántas caricias. Ese inevitable recorrido hacia la muerte.

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