Nosotros

nos reconocemos entre nosotros cuando nos leemos la piel, el andar, los ojos, las manos, la talla y las palabras. Cuando nos vamos de acá, nos llevamos lo que somos; los otros pueden reconocer nuestra luz. El sol viaja en la piel hacia el Norte o se va en nuestros labios al Oriente. Nuestra visión del mundo como gente de esta zona no se limita a un área geográfica delineada por conquistadores o por sangre indígena. Nuestro ser como gente de esta zona del mundo que conocemos tiene la mirada miel para que el pasado nos sepa menos amargo. Nuestras manos aprietan fuerte las piedras con las que lavamos el jean gastado de trueque. Tenemos piernas y caderas que bailan al son de alguien que ama con la mirada. Nuestros cabellos son la chamiza que se recoge temprano y dejamos arder un poco más tarde. Tenemos palabras que salen con aire caliente y se escriben en tinta dorada. Tenemos literatura porque hablamos, escribimos, nos vemos y actuamos como Latinoamericanos. Tenemos cuentos, leyendas, mitos, novelas, poesía. Tenemos poesía.

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