de quien te habita.
Como si fueras suyo, decora las paredes
pisa fuerte al entrar, te conoce, me echa.
Esa lágrima interna tan sobria
tan señora, palabra plomo.
Qué espacio es éste en el que me guardas
cuando ella limpia mis trazas,
recoge las botellas, el humo,
este desorden de bocas dichas.
Este pedazo de lienzo enmarañado.
Qué uso tiene el albor
sino la inmortalidad
de tu abrazo.
Hoy no estoy sino mi celo
dando vueltas en la rabia
de no ser más que yo
lo que sea que sea yo.
Menos tu lluvia sin aire.
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