Yo esperaba


     Yo esperaba, junto a colegas y estudiantes, el autobús que sale de la universidad a las 5:15, para aprovechar de ahorrar algo de dinero en efectivo. Conversábamos en un banco de cemento. De repente, me llama la atención un ruido como un balbuceo, cerca de nosotros. Volteo y es un chico, cuyo rostro tenso y torcido hacia nosotros nos hizo reaccionar de manera confusa. Nos paralizamos por un momento; yo no sabía si acercarme o no, porque no lo había observado antes y me planteé la posibilidad de que fuera una persona con dificultad del habla quizás o sordomudo e intentara decir algo. Pero enseguida lo vimos desplomarse. Los estudiantes a su lado tampoco pudieron sostenerlo; fue muy rápido y confuso para todos, supongo. Su frente pegó contra el asfalto. Sus manos rígidas, como sus piernas y todo su enorme cuerpo parecieron empequeñecerse. Qué dolor no poder sostenerlo, evitar que cayera.  Intentamos ayudarlo, siguiendo las recomendaciones de un orientador que, por suerte, se encontraba en el lugar. Decía: Ya le va a pasar, no se preocupen; dejen que tenga aire, no se aglomeren. Una vez que estuvo consciente, lo ayudamos a sentarse de nuevo. Se notaba confundido y algo avergonzado. Se asombró de la noticia sobre el raspón en su frente. Tenía sangre y se le inflamó rápidamente, pero un estudiante que luego no se separó más de él, le dio un pañuelo para secarse. Se veía ya sereno. Nos fuimos a la cola para entrar al autobús. Casualmente, una chica, más bien una mujer joven justo delante de mí, me contó que ella sufría también de convulsiones y que eran esporádicas, pero que seguramente ese chico, como ella, no se estaba medicando. -Claro, agregó- hay que ir a Colombia si es que hay dinero suficiente, pero ni modo-. Me senté con ella y seguimos conversando un rato sobre su condición, pero cambiamos el tema para no deprimirnos más. El chico del incidente entró al autobús, sonriente, sereno,  acompañado de su nuevo amigo. Es un chico hermoso, lo hubieran visto. No se parecía al que cayó. Pensé en mis hijos y lo bendije en mi mente. Decidió ser profesor; eso lo hace más hermoso.

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