¿Vienen ahora por mí? No me lo esperaba, no quiero.
He sido niño inocente y amoroso cabalgando el juego de la
guerra a los mosquitos. Era juego, no esto.
He sido joven valiente dando un beso por primera vez al
rostro fresco de tus palabras. He sido hombre atrapado en las piernas de un
país perseguido por armas. He amado bien, como enseñan los ancestros. He sido
padre que cubre y protege del frío, de la intemperie. He tenido amigos en las redes y en la vida
libre del pasto comido por los pies de un animal.
Conozco el amor, no el tuyo, sino el mío, el único posible
de saber. Pero ellos no, los que ordenan el plato amargo, estruendoso de la
guerra.
Para ellos, siempre ha existido
la guerra. Los museos dan cuenta, con espadas. Del amor no saben nada, pero la guerra les es natural. Si
dicen guerra, fluyen, toman sus botas y pisan fuerte sobre el cráneo de un niño
que ya no puede gritar. Si dicen amor, se les traba el concepto, la imagen. Y
pelean otra vez frente al niño que ya no puede gritar.
Yo soy ese niño, no quiero ir,
vayan ustedes ¿Me escuchan?
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