La pintura Ebel sobre el tanque de la poceta se hace antigua; me gusta verla,
recordar el brillo, su brillo, que era también el de mis labios. El envase de
amasar está seco; no recuerdo la marca de la cafetera ni dónde la puse. En la
nevera tengo avena en remojo para las panquecas. Para que no se peguen, se
caliente bien el sartén. Ya saben. Un día de éstos compro chocolate, del negro,
del que me gusta.; y cierro los ojos.
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